Psicoballet, la danza como medicina que transforma vidas
En una España donde bailar se asociaba a Paquito “el chocolatero” en la plaza del pueblo, a comienzos de los años 90, empezó a llegar la música latina para implantarse poco a poco en la sociedad.
Su difusión en radios, pubs o discotecas sembró el gusanillo por mover las caderas entre una población agarrotada. Poco a poco, la oferta de clases de salsa o merengue en academias o gimnasios fue convirtiéndose en algo generalizado y común.
La salsa fue solo el principio de la entrada de nuevos bailes en España. Los últimos, el lambazouk y la kizomba, proceden de Brasil y Angola respectivamente. Los bailarines de kizomba aprovecharon el camino que habían abierto la salsa y la bachata para difundirla: congresos y competiciones de los ritmos ya establecidos hicieron las veces de escaparates para la recién llegada.
Aunque procede de África, los neófitos suelen pensar que la kizomba es otro ritmo latino. Se baila en pareja, muy junto y, una vez más, es la cadera de la mujer la que hace atractivo el baile. Con movimientos serpenteantes, siempre hacia adelante y hacia atrás, la pelvis marca los tiempos fuertes de la música. El hombre le guía los golpes, al sujetar la parte inferior de su espalda y cederle más o menos espacio. Los pies simplemente caminan la música, como en el tango argentino. En 2014, España quedó segunda en el campeonato internacional más importante de kizomba, el ÁfricAdançar, de la mano de Lara, española, y Yanis, angoleño.
El zouk llegó a Brasil cuando la lambada estaba muriendo por falta de nuevos grupos que renovaran su música. Y entonces se produjo la fusión: los bailarines de lambada se apropiaron de la música zouk para resucitar el baile. Mantuvieron la ligereza de los movimientos; la soltura del cuello y la cabeza; y los “nudos” propios del zouk, en los que el hombre enreda sus brazos con los de la mujer, o incluso con el cuerpo de ella, para girarla o hacer una figura; pero introdujeron los pasos de la lambada y los ochos de la cadera, similares a los de la danza del vientre. En un principio lo llamaron zouk, pero el conflicto entre los bailarines del zouk primigenio de las Antillas y del que se había creado en Brasil acabó por bautizarlo como lambazouk.
Como veis, ¡Cada vez son más los españoles que no dejan de bailar!
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